Se dice que los adultos decimos mentiras continuamente, de forma más o menos consciente, y generalmente es para evitar una consecuencia desagradable. En los niños/as esto también pasa, pero los padres se enfadan mucho cuando descubren alguna mentira del pequeño/a y le castigan.
Es comprensible que el adulto se disguste, pero la mentira está cumpliendo alguna función que quizá desconozcamos: inseguridad, miedo, coacción por parte de otra persona, protección de uno mismo u otro niño/a, evitación de un castigo severo, etc. Tampoco es lo mismo una mentira puntual por miedo a algo que un hecho frecuente en el comportamiento del niño. Por eso, para fomentar los comportamientos sinceros y honestos y evitar que vuestro hijo/a mienta, os recomiendo estos consejos:
1. Lo primero es ser coherentes. En la educación, el ejemplo es el mejor vehículo y por lo tanto, si queremos que los niños/as no digan mentiras, es fundamental que su modelo adulto tampoco lo haga.
2. Hay que preguntarse el porqué de la mentira. Generalmente ésta cumple una función, así que es importante averiguar el motivo.
3. Reflexionar sobre el tipo o severidad del castigo que aplicas. Cuando el castigo es vivido con dureza y severidad por el/la niño/a, es posible que utilice el mecanismo defensivo de la mentira para precisamente evitar ese castigo. Los adultos también mentimos cuando las consecuencias son muy desagradables y queremos huir de ellas.
4. No se le debe incitar a mentir. Quizá os suene la situación de pagar menos en el autobús o ahorrarse la entrada al cine por mentir en la edad que tiene el/la niño/a. Si él/ella está delante le estaremos dando un mensaje incoherente e incluso incitándoles a que mientan cuando les pregunten la edad.
5. Reforzarles y recompensar aquellos comportamientos sinceros y honestos. Esto supone darle la enhorabuena cuando diga la verdad, reconozca algún comportamiento o haya sido honesto/a con otra persona.
Laura Cifuentes Escuela de Superpadres