Los objetos de consuelo u objetos de transición, son objetos que dan seguridad al niño y que forman parte de su sistema de apoyo emocional.
Muchos son los niños que entre los 8 y 12 meses comienzan a aferrarse a algún objeto como una manta, un peluche, un trapo o un muñeco.
Este objeto se vuelve imprescindible y ya no pueden separase de el. Lo necesitan para dormir, para consolarse cuando lloran o están tristes, cuando están asustados y cuando se separan de los padres.
Se les llama objetos de transición porque ayudan al niño durante la etapa en la que se vuelven independientes.
Los expertos aseguran que los objetos de transición no son perjudicales en el niño ni interfieren en su desarrollo efectivo.
El uso de un objeto de consuelo es en realidad algo positivo en el niño, ya que desarrolla afectividad hacia las cosas o personas. El niño se siente protegido y a la vez protege a su amigo especial.
A pesar de no ser perjudiciales para el niño, tampoco debe de convertirse en algo imprescindible en su vida. Hay que enseñarle al niño a separarse un poco de su objeto especial, pero no es aconsejable quitarle al niño su objeto de consuelo de golpe.
Lo normal es que los niños se despeguen de su objeto de consuelo cuando empiezan el cole. Poco a poco lo irán dejando y solo lo necesitarán en determinadas ocasiones.