Hoy en día, en casi todas las clínicas y hospitales (excluyendo algunos países), el padre tiene todo el derecho a elegir entre participar o no en el parto.
Lo normal es que la mujer quiera tener a su pareja presente durante el parto, para que la apoye, la anime y juntos puedan vivir el momento tan emocionante del nacimiento de su hijo.
Sin embargo, puede haber hombres a los que les asuste la idea de estar presente en la sala de partos. A pesar de querer estar con su pareja, temen verla sufrir o no se sienten cómodos viendo sangre y agujas.
Si el padre no está seguro de querer estar presente en el momento del parto, es mejor que no lo haga, o si lo hace, deberá de colocarse en la cabecera de la cama junto a su pareja, sin mirar lo que sucede “ahí abajo”.
En algunos países es necesario preguntar al ginecólogo si el padre puede estar presente en el parto. Si se tienen dudas sobre estar o no en la sala de partos, debe de hablar con el médico.
El padre tranquilo que desea permanecer junto a su pareja en el parto, le será a ésta de gran ayuda, ayudándola incluso a respirar y relajarse (si han acudido juntos a las clases de preparación al parto).
Además, el padre puede ser muy útil en el parto, dando masajes a su pareja, animándola y sobre todo, dándole mucho amor y apoyo.