Los niños, cuando son pequeños, son muy propensos a estar constantemente enfermos o a sufrir percances en los momentos más inesperados. Ellos son muy sensibles emocionalmente ante las enfermedades, por lo que lo más importante en estos casos es tratar de calmar a nuestro hijo y trasmitirle sensación de tranquilidad, haciéndole saber que cuenta con nuestros cuidados y que se va a curar.
Para estar preparado ante cualquier incidente, es necesario contar con un botiquín en nuestro hogar que contenga utensilios y medicamentos de primera necesidad.
A continuación se detallan algunas de las dolencias más comunes en niños, cómo deben ser tratadas en cada caso y cuándo pueden llegar a ser motivo de preocupación.
Fiebre
Es el primer indicador de que el niño no se encuentra bien. La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo que aparece cuando hay infección. La fiebre se trata con antitérmicos como ibuprofeno o paracetamol que deberán ser administrados según el prospecto o recomendación del médico. Aunque el niño tenga sensación de frío, se le deberá destapar para que el calor no se difunda por la piel, y se le deberá ofrecer líquidos para evitar una deshidratación. No debe ser motivo de alarma mientras no supere la 38,5ºC de temperatura.
Conjuntivitis
La conjuntivitis se produce cuando hay una inflamación de la mucosa que cubre el ojo y el interior de los párpados. Los síntomas son ojos enrojecidos, secreción de legaña y ligera caída del párpado. Es muy molesta y suele aparecer cuando el niño está acatarrado. Se debe limpiar con suero fisiológico y una gasa esterilizada, cada ojo por separado pues la infección puede pasar de un ojo a otro con facilidad. Aunque no es de mayor gravedad, se debe visitar al médico para que le prescriba un tratamiento.
Anginas
Cuando las amígdalas se inflaman producen un gran dolor en la garganta, produciendo además una sensación de no poder tragar. Suele ser consecuencia de cambios bruscos de temperatura. La miel, las infusiones o los zumos espesos ayudan a calmar la irritación. Cuando aparecen puntos blancos en la garganta o fiebre es necesario acudir al médico pues puede tratarse de un proceso vírico o bacteriano.
Sangrado nasal
Es algo muy habitual en los niños y a pesar de ser llamativo y desagradable, no tiene mayor importancia pues suele ceder de manera espontánea o cuando se presiona la nariz con los dedos. Para evitar que el niño trague sangre, es necesario colocarle con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante mientras se presiona la nariz. Si sobrepasa los 20 minutos y no ha parado de sangrar, será necesario que le vea un médico.
Dolor de tripa
Suele aparecer cuando el niño tiene gases o flato. No debe ser motivo de alarma, siempre y cuando el dolor no impida al niño comer o jugar. Una manzanilla tibia puede ser de ayuda. También se puede aplicar calor con la mano o un suave masaje circular (en sentido de las agujas del reloj) en la zona abdominal para aliviarle. Cuando el dolor va acompañado de fiebre, vómitos, diarreas o estreñimiento, debe ser tratado por un médico.
Dolor en las extremidades
Es un dolor que puede aparecer al final del día, por la noche o tras un día de mucho ejercicio. Suele ser causa del crecimiento y aparece entre los 4 y 10 años. Lo mejor para calmar al niño es masajear la zona dolorida o aplicar calor. No debe ser motivo de preocupación pues es el proceso natural de crecimiento de los huesos y desaparecerá según el niño vaya haciéndose mayor.
Heridas y cortes
Son frecuentes casi diariamente, sobre todo en edad escolar. Las heridas deben ser lavadas de inmediato con agua y jabón y aplicar un antiséptico para evitar una infección. Deben ser cubiertas con una gasa estéril o una tirita. Sólo debe ser motivo de preocupación si van acompañadas de fiebre, dolor intenso o la herida se hincha, esté enrojecida o huela mal.