Aunque los problemas auditivos suelen aparecer con una edad más avanzada, una buena salud auditiva desde niños ayuda a prevenirlos. Y para ello hay varias cosas que debemos tener en cuenta. Proteger los oídos e identificar cualquier anomalía de forma temprana contribuirá a que nuestros hijos tengan un mejor oído durante su vida adulta.
Lo primero que debemos entender es que los oídos de los niños, aunque se empiezan a desarrollar en pleno embarazo, no están totalmente listos para la contaminación acústica actual hasta que cumplen 7-8 años. Son muchas las fuentes de ruido que nos rodean (música, automóviles, obras urbanísticas…) y la exposición prolongada a ellas puede causar daños importantes en los oídos de los más pequeños. Por ello unos protectores auditivos son indispensables si nuestros hijos nos acompañan a un concierto al aire libre, una feria o una actividad similar.
Lo mejor es seguir los consejos de especialistas. Una recomendación es llevar a los niños a un centro GAES, donde además de aconsejarnos sobre qué tipo de protección auditiva comprar, podremos realizar al niño (y a nosotros mismos) una revisión auditiva. Dura apenas unos minutos, y es totalmente gratuita e indolora. Se trata de una buena costumbre que debemos mantener de forma regular, igual que hacemos con revisiones dentales u oculares.
GAES tiene más de 600 centros auditivos en 9 países, 500 de ellos en España, y llevan años dedicados a cuidar la salud auditiva, de forma activa y pasiva, así que son de total confianza.
Siguiendo con los consejos para cuidar los oídos del niño, debemos evitar obsesionarnos con la limpieza de los oídos, especialmente cuando son bebés. Sólo debe limpiarse la parte externa, y nunca debemos recurrir a bastoncillos de algodón ni ningún otro objeto introducido en el oído. Si sospechamos que hay algún tapón de cera, lo mejor es acudir al pediatra.
En verano, debemos secar los oídos y ladear la cabeza de los niños para retirar agua cuando se bañen en la playa o en la piscina. Y evitar baños en zonas con aguas poco saludables, ya que el riesgo de una temida otitis es mayor. En este sentido, los moldes auditivos son más que recomendables.
También hay que hablar de la presión. Viajes en coche por montaña, aviones, zambullidas… esos cambios no favorecen al oído. En el caso de los viajes, masticar chicle ayudará a los niños a paliar el cambio de presión. En el caso del agua, acostumbrarles a meterse poco a poco ayudará a evitar el cambio brusco de presión.
Por supuesto, limita el uso de auriculares de tu hijo. Escuchar música o estar en el ordenador demasiadas horas puede suponer un fuerte estrés para sus oídos. Procura también acostumbrarles a usar auriculares tipo diadema en lugar de los que se colocan dentro del oído, ya que no son tan perjudiciales para los oídos.
Y, en definitiva, lo mejor es concienciar al niño de que sus oídos deben durarle toda una vida, y equipararlos a otras partes del cuerpo que les hemos enseñado a cuidar.