Ataques y convulsiones febriles en niños

Las convulsiones febriles es un trastorno que afecta a 4 de cada 100 niños entre las edades de 6 meses y los 6 años.

Los ataques febriles ocurren cuando la fiebre sube mucho y de golpe, lo cual provoca que las neuronas descarguen impulsos hacia los músculos. Durante las convulsiones febriles todos los músculos del cuerpo se ponen rígidos, y las piernas y los brazos comienzan a temblar. El niño podría además desmayarse, vomitar, expulsar espuma por la boca, poner los ojos en blanco, morderse la lengua, e incluso hacerse sus necesidades encima. 

A pesar de asustar bastante a los padres, las convulsiones febriles no son peligrosas para el niño ni causan ningún daño cerebral ni parálisis. Tampoco afectará en el desarrollo de tu hijo. 

Un ataque febril suele durar 1 minuto o 2, pero podría llegar a durar hasta 15 minutos. No se necesita tratamiento, se curan solos antes de cumplir el niño los 6 años. 

Cómo actuar ante un ataque febril

El ver a tu hijo sufrir un ataque febril no es nada agradable y puede asustarte bastante, sobre todo cuando es la primera vez.

Si tu hijo tiene una convulsión febril, intenta hacer lo siguiente:

  • Lo más importante, mantén la calma.
  • No intentes detener el ataque, ya que no podrás hacerlo.
  • Si el niño se desmaya no lo sacudas ni le des palmadas o golpes.
  • Coloca al niño en un lugar seguro (cama o acostado en el suelo), y quita todo lo que hay cerca que pudiera hacerle daño.
  • No pongas nada entre sus dientes ni en su boca, ya que podría romperse y provocar que se ahogue. 
  • Tumba al niño de costado y coloca algo debajo de su cabeza.
  • Mira el reloj para saber cuanto tiempo dura el ataque.
  • No le abrigues ni le tapes, ya que tiene fiebre.
  • Si tu hijo es mayor de 6 años o menor de 6 meses, llama al médico rápidamente.

Además, deberás de llamar al médico si tu hijo no respira pasado 1 minuto, se pone morado o el ataque dura más de 5 minutos.

Diferencias entre las convulsiones febriles y la epilepsia

Muchas veces una convulsión febril puede ser confundida con un ataque epiléptico, ya que los síntomas son muy parecidos. Sin embargo, a diferencia de las convulsiones febriles, la epilepsia no se produce por la fiebre.

Cuándo podría tratarse de epilepsia:

  1. Convulsiones que duran mucho.
  2. Convulsiones que afectan solo a una parte del cuerpo.
  3. Repetición de las convulsiones dentro de las 24 horas.
  4. Niños con anomalías neurológicas.
  5. El niño tiene varios ataques sin ser causados por la fiebre.
Las posibilidades de que un niño que sufre convulsiones febriles sufra epilepsia en el futuro, son del 3%.